El primer paso es la recepción de la viruta pura del jabón. Para asegurar los mayores estándares de seguridad y de calidad, toda esta viruta es analizada y procesada por el equipo de laboratorio. Una vez separada según los tipos de calidad, empieza el proceso: la magia comienza con el blanqueamiento del sebo vacuno. Cuando esto está listo, toda la materia prima ingresa a la maquinaria de última generación que realiza el proceso.
En la máquina de saponificación continua -la mayor inversión de La Mariposa a la fecha- se ingresa a un reactor toda la viruta y allí se agregan todos los aditivos para el jabón (colorantes, fragancias y otros compuestos) y se realiza la reacción química que da como resultado la saponificación. Ese equipo devuelve un producto de una contextura similar al jabón, que es enviado para ser secado; ese incipiente jabón -todavía líquido- entra en atomizadores que trabajan al vacío y extraen la humedad. El jabón va pegándose a las paredes del tambor y así es cómo se solidifica.
Una vez seco, aunque todavía caliente y maleable, el jabón llega a una máquina extrusora, que produce una larga barra de jabón. Eso es recortado por una máquina estampadora, según la forma y las necesidades de cada producto de La Mariposa, para luego ser empaquetado, encajonado y paletizado.
Todo este proceso es el que se lleva a cabo para la elaboración del jabón de tocador. En el caso del jabón en pan (estrella de la empresa) la elaboración es un poco más corta: no hace falta generar la viruta del jabón, sino que directamente la viruta del sebo se saponifica, se seca y pasa por las máquinas de extrusado, para producir una larga barra de jabón que es cortada y luego empaquetada.
Con la maquinaria actual de La Mariposa, aproximadamente por día se pueden producir 15 toneladas de jabón.